miércoles, 17 de septiembre de 2008

Los coletazos de Lehman

Dos días después del colapso de Lehman Brothers , el sector financiero mundial intenta encajar el golpe y calibrar sus efectos.

La liquidación ordenada de los activos de Lehman constituye una primera e importante prueba para determinar el impacto que esta quiebra –a cuyo influjo no escapan el mercado ni los inversores españoles– puede tener sobre el sistema financiero internacional y su capacidad para absorber los daños. El sector, consciente ya de que los rescates públicos han sido la excepción, se mueve en esa dirección.

El lunes, una decena de grandes bancos anunció la creación de un fondo dotado con 70.000 millones de dólares para adquirir activos de Lehman y facilitar su proceso de extinción y hoy Barclays manifestó su interés por hacerse con determinados activos de la malograda entidad, lógicamente aquellos más atractivos y menos contaminados por el riesgo. A la respuesta del propio sector hay que añadir el esfuerzo de las autoridades monetarias, que se emplean a fondo para aliviar las tensiones en los mercados y garantizar la liquidez: el BCE y la Fed inyectaron hoy más de 100.000 millones de euros a un día en el sistema. Es, probablemente, lo mejor que pueden hacer, aun cuando la desconfianza limite la efectividad de sus esfuerzos en el corto plazo. La incertidumbre es aún muy grande y no parece que una nueva bajada de los tipos de interés, como demandaba el mercado y se negó hoy a conceder la Fed -mantuvo el precio del dinero en el 2%–, sea la solución, como no lo ha sido en el último año. De hecho, el verdadero problema del sistema no es de demanda de crédito, sino de oferta. Quien tiene el dinero desconfía y extrema sus exigencias y cautelas, una actitud que, probablemente, no desaparecerá en tanto que el mercado no constate que la crisis ha tocado verdaderamente fondo. Por desgracia, la crítica situación de la aseguradora AIG o los problemas de otras entidades como Washington Mutual no invitan al optimismo y dejan patente la severidad de un ajuste que aún puede ser muy doloroso a corto plazo.

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